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jueves, 26 de enero de 2012

¿Qué es un parado?

   5,2 millones es la cifra de la gran vergüenza. No por anunciado en tono melodramático estos últimos días deja de ser un mazazo: 5.273.600 parados en 2011. Viernes de dolores para muchos.

   ¿Qué es un parado? Es lo que cabe preguntarse fuera de las estadísticas y de los testimonios lacrimógenos a que los medios de comunicación habituales nos tienen acostumbrados. Y en esta carta se refleja de manera muy acertada la situación:
   “Es como salir de una plataforma que gira a gran velocidad. El giro comienza cuando, hace 23 años, accedes al primer puesto de trabajo, arrancando la rueda, ganas el primer dinero, haces los primeros planes, firmas letras para el piso, vas creando una familia y comienzas a forjar el sueño. Te permites sentirte protagonista anónimo, con tu trabajo e ilusiones, de la evolución de las empresas por donde has pasado, mientras la plataforma giraba y giraba y, repentinamente, una decisión unilateral e injusta te arroja violentamente fuera de ella y formas parte de la masa de parados del país. Ya desde fuera asistes impotente, estático, al vertiginoso giro; desesperadamente, reaccionas e intentas volver a subir, pero ocurre como cuando de niño lo intentabas en aquella noria que había en el parque donde jugabas y salías despedido. Observas como giran de forma implacable tu casa, el reconocimiento social y profesional y, en el peor de los casos, tu estabilidad familiar, es decir, todo aquello que en un instante has perdido. Ahora, mientras la rueda sigue, sólo te haces terribles preguntas: ¿para qué puedo servir? ¿Tan mal lo he hecho? ¿Por qué a mí? ¿Tendré una nueva oportunidad? Y un largo, penoso y obsesivo etcétera.”

   ¿Qué es un parado?
   “El fantasma del paro siempre está ahí y no se puede olvidar. Me asusta mi personaje porque es real. Sales a la calle y está llena de gente que vive situaciones que yo voy a interpretar para el cine. No me puedo olvidar de que no hace tanto vivía con incertidumbre por mi situación laboral y nadie sabe que es lo que te puede ocurrir en el futuro. El fantasma del paro siempre está ahí y no se puede dejar en el olvido”. Javier Bardem a quien pertenecen estas declaraciones dio vida a un parado en ‘Los lunes al sol’.
   El parado debe afrontar cambios en la percepción que los demás tienen sobre su persona, soportar insinuaciones del estilo de “no trabaja porque no quiere”. Para muchos sigue siendo un parásito que vive del trabajo de los demás. Pero el parado también debe reflexionar a fondo sobre quien es el culpable de su dramática situación. Lo más fácil es culpar a los demás: al Gobierno, a la oposición, a los empresarios, a la banca, a los especuladores, a los sindicatos ¿Y yo qué parte de culpa tengo? tiene la obligación de preguntarse.
   Un parado es la foto sepia que regresa, el símbolo del neorrealismo: del ser hundido y postrado en la cama revuelta. Cuántas veces no se ha sentido como un pez dando las últimas boqueadas en la pecera divisando una mano en la superficie que duda en ayudarle o viviendo un disco rayado, dando vuelta siempre en el mismo surco.

¿Quién se convierte en parado?
   Hay quien todavía argumenta que el que está en el paro o una de dos: o es un tonto o un vago. Pero nadie está libre de entrar en este tenebroso Club. Tontos, listos, guapos y feos, altos y bajos, gordos y delgados, jóvenes, mujeres, discapacitados, emigrantes, viejos…
   El ‘síndrome del parado’ –investigado desde hace más de una década por prestigiosos especialistas en España, aunque el primer estudio sobre las consecuencias psicológicas del desempleo se realizó en los años treinta en los Estados Unidos, tras la Gran Depresión - genera enfermedades mentales, ludopatía y alcoholismo. Son propensos a padecerlo quienes estando preparados para desempeñar un trabajo digno, son rechazados una y otra vez, lo que suscita en estos individuos una reacción de angustia, depresión y tristeza. La angustia se manifiesta en forma de úlcera de estómago, dolores abdominales, asma e insuficiencia coronaria, palpitaciones, mareos y dolor de cabeza. La depresión le invade con una tristeza persistente y mina su persona.
   Mientras el empleo fortalece la identidad que equilibra a la persona, el desempleo quita el sentido a la vida. El parado –qué remedio- se acostumbra a vivir en la ansiedad permanente y a estar cercado por la impotencia. No puede hacer nada tangible, real. Vive de sueños y promesas. Libra una carrera contra el tiempo y, a simple vista, tiene todas las de perder.

¿Qué es el paro?
   Es una palabra maldita, de esas que se pronuncian mascullando entre dientes con el deseo de olvidarlas de inmediato. El paro es una palabra tenebrosa, oscura y censurable. Todavía es tabú en muchos hogares de España. El paro le hace al ciudadano que lo padece pequeño y servil. Por desgracia, estudios científicos y médicos lo avalan, el paro es la enfermedad más cruel y de más lenta resolución que afecta al ser humano. El parado es visto como un apestado por la sociedad. El paro refleja la destrucción del ser humano mejor que un espejo: en el espejo se ven los rasgos, las aristas que deja la vida pero el límpido cristal no recoge como el paro violenta la mente humana, el interior de la persona.
   Es un momento para recordar como novelistas de prestigio han recogido el tema del desempleo en sus obras. Lo hizo Hemingway junto a otros, lo hizo Henry Miller, uno de los más grandes, nuestro Pío Baroja con su socarronería habitual, la desesperada Virginia Wolf, hasta Javier Marías o Miguel Delibes. La lista de testimonios es interminable.
   Viene la Reforma Laboral y no es un lobo. En un próximo encuentro desvelamos la hipocresía para su puesta en marcha.

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